Se ha tendido a asociar los equipos de alto desempeño con resultados sobresalientes, con llegar más allá de las metas que se tienen. Sin embargo, no se ha puesto real atención a cómo se llega a dichos resultados. ¿Será que no importa que se obtenga lo esperado, por medio de altos niveles de stress y de relaciones interpersonales de desconfianza? Pienso que lo que define a los Equipos de Alto Desempeño no son sólo los buenos resultados, sino que además, y más importante aún, el cómo se llega a ellos. Estos equipos debieran sustentarse en dinámicas en las que prevalecen la positividad, el optimismo, la confianza, la buena comunicación y la escucha activa, entre los
principales, que propician un ambiente de trabajo más expansivo y flexible, y que al mismo tiempo, permite estar más preparado para la incertidumbre presente en forma permanente en los negocios de hoy.


Para que estas dinámicas sean provechosas para el equipo y no se conviertan en factores que sólo facilitan un ambiente distendido de trabajo, es importante contar con la gente adecuada. Se necesita a personas que se motiven, se identifiquen y se apropien tanto de los objetivos y metas del negocio como del trabajo en equipo. Con esto me refiero a que se debe tener gente que esté alineada a los fines y valores de la organización, porque allí residen las bases y los límites en los que pueden desenvolverse, y no sólo eso, sino que también se sientan “parte de” como un aporte real, ya que ello permite que se hagan responsables del logro de los objetivos y se
comprometan con ellos.

Ahora bien, es cierto que en general existe un temor a “soltar el control”, pero si se cuenta con personas que se han adueñado de los propósitos de la organización y se sienten parte importante del equipo, se hace más factible que asuman una autonomía responsable de lo que hacen. Ello implica haber contratado a personas que se autolideran, que tienen conciencia de sus fortalezas y debilidades, que se abren hacia nuevos aprendizajes, que no
temen innovar, y que ven en el trabajo en equipo como un medio de interacción donde se puede aportar y aprender de los otros.

Tener conocimiento de las propias capacidades propicia reconocer las de los demás y ver en ello la oportunidad de complementarse unos con otros, para la consecución de los objetivos. Es importante ver en los equipos una oportunidad de desplegar las potencialidades individuales, y no como fuente de competitividad, sino como fomento de la colaboración y la creación del ambiente de confianza para lograr la coordinación de las acciones. Esto permite contar con un mayor repertorio de posibilidades de actuación y así tener más herramientas
para adaptarse de modo más rápido y eficaz a los continuos cambios y desafíos que pone el medio, la competencia y las propias urgencias de resultados.

Las personas que componen los equipos despliegan altas habilidades relacionales, por medio de las que pueden comunicarse, plantear ideas y objeciones, así como escuchan críticas y opiniones; todo ello, porque no se pierde de vista el objetivo común y el rol de cada uno para su consecución. Así se va logrando una conectividad comunicacional alta, que conjuga lo mejor de cada persona, así como las capacidades del equipo en su totalidad,posibilitando que la alta efectividad sea mantenida en el tiempo.


También aparece para los integrantes del equipo la posibilidad de potenciar sus fortalezas y de desarrollar nuevos recursos, lo que a su vez, mantiene a las personas más motivadas con el trabajo, que ahora puede ser percibido además, como un lugar de crecimiento, no sólo a nivel profesional, sino que también personal.

Con esto surge el desafío para las áreas de gestión de personas, de darse cuenta que hoy en día las personas buscan en el trabajo objetivos desafiantes de los cuales hacerse cargo, un equipo del cual sentirse parte,un ambiente agradable para desenvolverse y posibilidades de desarrollo de competencias en los distintos niveles.Son estos los caminos que permiten hablar posteriormente de resultados sobresalientes. Se hace necesario poner atención en las inquietudes de las personas, no sólo para que trabajen más felices, sino que para propiciarles las
condiciones óptimas para que puedan potenciar al máximo sus recursos, para así ser más efectivos a la organización. Esto último, sin perder de vista el alineamiento con la empresa, sus principios, objetivos y la cultura de alto desempeño que deriva en resultados sobresalientes.

Juan Pablo Gevert R.

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